jueves, 3 de julio de 2025

Reseña Crítica

“El bagrecico” de Francisco Izquierdo, por Catalina Vargas, Mia La Rosa y Sebastian Flores.

El viaje del bagrecico: crecer, partir y sobrevivir

Autor: Francisco Izquierdo Ríos

Título: El Bagrecico

Lugar de edición: Lima, Perú

Editorial: Instituto Nacional de Cultura del Perú

Año de edición: 2004

Número de páginas: 34

Género: Narrativo

“Un viejo bagre, de barbas muy largas, decía con su voz ronca en el penumbroso remanso del riachuelito: ‘Yo conozco el mar. Cuando era joven he viajado a él, y he vuelto.’” (El bagrecito, 2025) No es solo un pez, sino una figura simbólica que ha dejado una huella importante. El tono nostálgico del relato puede interpretarse como una pérdida, pero también como una transformación, en este caso, la del bagrecito. La historia se convierte en algo memorable, lleno de admiración y orgullo, lo que sugiere que su valor permanece en la memoria colectiva, resaltando la importancia de la experiencia adquirida con el tiempo. A través de esta metáfora, el cuento invita a reconocer que quienes ya han vivido y superado grandes desafíos tienen un conocimiento valioso que no debe ser ignorado. En la actualidad, el mundo como lo conocemos ha pasado por muchos cambios tanto a nivel social como ambiental. El cambio climático, la Covid 19, la contaminación masiva en el medio ambiente, la posible extinción de algunos recursos naturales, el desempleo, la pobreza, hambruna, etc.  En este contexto, cada vez más personas, especialmente los jóvenes, toman la decisión de abandonar sus hogares y países de origen en busca de mejores oportunidades de vida, independencia y nuevos conocimientos.

A pesar de eso, este camino está lleno de riesgos y peligros los cuales no son considerados al dejar el hogar como la inseguridad , explotación, discriminación y todo tipo de violencia. Por lo tanto, resulta fundamental reflexionar sobre la importancia de escuchar a quienes ya han pasado por caminos similares. Un gran ejemplo es el cuento el “Bagrecico” donde nos plantean esto mismo  Los consejos de personas mayores pueden ofrecer una guía valiosa para identificar todo tipo de situaciones las cuales ya han vivido y superado. Frente a los riesgos sociales y ambientales que enfrentan los jóvenes al abandonar sus hogares, escuchar la experiencia de generaciones anteriores es esencial para tomar decisiones más conscientes y seguras. ¿De qué manera el diálogo entre generaciones puede marcar la diferencia en su camino hacia un futuro más seguro? ¿Estamos perdiendo el valor de la experiencia en nuestra sociedad al no escuchar a los adultos mayores? ¿Qué consecuencias puede traer la falta de orientación ante los desafíos de un mundo cada vez más cambiante? En el siguiente texto se expondrá el significado de crecer y escuchar y tomar en cuenta las vivencias de las personas mayores, del mismo modo se mostrará la disyuntiva de los jóvenes a poder independizarse y entender el significado de vivir. 



En primer lugar, en muchos momentos de la vida, crecer implica dejar atrás lo conocido para enfrentarse a lo incierto. En el cuento El bagrecico, se menciona que “Después de dos días y medio de viaje por el riachuelo, el bagrecico llegó a la desembocadura de un río más grande”,( Izquierda, EL Bagrecito, 1965, p.8) una frase que, más allá de su sentido literal, refleja el paso simbólico de un entorno seguro hacia un mundo mucho más complejo. Esta travesía representa los procesos que viven muchos jóvenes al tomar la decisión de abandonar sus hogares: salir de su zona de confort en busca de nuevas oportunidades, identidad o independencia. Este tipo de decisiones no siempre son producto de la rebeldía, sino del deseo de crecer, conocer y encontrar un lugar en el mundo. Sin embargo, al igual que el bagrecico, los jóvenes enfrentan un entorno nuevo que puede estar lleno de retos y peligros. El viaje no solo es físico, sino también emocional y social. Dejar el hogar implica también exponerse a una sociedad desigual, a veces violenta, donde no siempre hay apoyo. En la realidad actual, muchos jóvenes se ven forzados a dejar sus casas por distintas razones, y aunque el impulso que los lleva a partir sea una raíz positiva, el entorno en el que llegan muchas veces los enfrenta con la soledad. Así mismo, como bien afirma Coelho: “La libertad sin dirección puede convertirse en la más dura de las prisiones” (Reflexiones de camino, Editorial Planeta, 2003, p.89). Esta reflexión profundiza y complementa perfectamente lo que atraviesa el bagrecico en su travesía. Si bien su partida está motivada por la búsqueda de libertad y aventura, el camino está lleno de retos que no había previsto. De forma similar, muchos jóvenes de hoy se ven impulsados a dejar sus hogares, ya sea por violencia, falta de comprensión o la ilusión de una vida mejor, y terminan enfrentando una realidad más hostil que aquella de la que intentaban escapar. En el cuento "El bagrecico", el pequeño pez toma la decisión de abandonar su hogar por su deseo de buscar y explorar el mar, un símbolo de libertad y aventura. No obstante, en su camino enfrenta diversos peligros que ponen en riesgo su vida, lo que se asemeja a lo que viven muchos jóvenes en la actualidad al huir de casa. Podríamos decir que la libertad, cuando no se acompaña de responsabilidad, madurez o apoyo, se llega a convertir en una trampa disfrazada. El mundo real es complejo y muchas veces hostil: redes de explotación, abuso, drogas o simplemente la soledad y el abandono pueden ser parte de ese lugar que tanto soñaban. Reflexionar sobre esto nos obliga a dejar de juzgar a los jóvenes que huyen, y en cambio preguntarnos: ¿Qué tanto los estamos escuchando? ¿Qué redes de apoyo reales existen para ellos? La libertad no debería ser un salto al vacío, sino un camino acompañado, con herramientas emocionales, educativas y sociales. Sólo así, al igual que el bagrecico, podrán regresar un día con experiencia.



Un tema infravalorado y dejado de lado por la mayoría es la desvalorización de la palabra de las personas mayores. Este aspecto, presente en el cuento “El Bagrecito”, está tan normalizado que muchas veces no se percibe como un problema, pero sí lo es: al ignorar la voz de los adultos mayores, también se está perdiendo una fuente importante de sabiduría que puede ayudar a las nuevas generaciones a prevenir errores y afrontar mejor los retos de la vida. En el cuento el autor  introduce a una figura muy significativa: “Un viejo bagre, de barbas muy largas, decía con su voz ronca en el penumbroso remanso del riachuelito: ‘Yo conozco el mar. Cuando era joven he viajado a él, y he vuelto.” (Izquierda, El Bagrecico, 1965, p.7). Este representa a los adultos mayores como portadores de experiencia real y valiosa. El viejo bagre, al compartir lo que vivió, se convierte en una figura de guía, de inspiración y de advertencia. Sin su presencia probablemente el bagrecico nunca se hubiera atrevido a iniciar su viaje, o lo habría hecho sin la mínima preparación. Esta escena del cuento refleja lo que sucede en nuestra sociedad, muchas veces la sabiduría de los mayores puede abrir caminos, motivar decisiones y prevenir sufrimientos innecesarios. Sin embargo, a pesar de este valor, los jóvenes tienden a ignorar lo que los mayores tienen para decirles. Así lo expresa el mismo autor cuando afirma: “La juventud ignora los consejos porque cree que no los necesita, pero el anciano ha tropezado donde el joven aún no ha caminado” (Izquierda, El Bagrecico, 1965, p. 12). Esta frase complementa el sentido de la cita anterior: no basta con que exista una figura sabia, también es necesario que se le escuche. Los adultos mayores ya han atravesado muchos de los caminos que los jóvenes apenas están comenzando a explorar, y sus advertencias o enseñanzas pueden ayudarnos a evitar errores o al menos a prepararnos mejor para enfrentarlos. 

Hoy en día, muchos jóvenes creen que los mayores ya no comprenden el presente, que sus experiencias quedaron en el pasado y no se aplican al mundo actual, pero eso no es del todo cierto, aunque el contexto cambie, muchos de los desafíos fundamentales cómo el miedo, el amor, el fracaso, la independencia, el riesgo, siguen siendo los mismos. Por eso, la experiencia de los mayores no solo debe verse como un acto de respeto, sino como una herramienta útil para tomar decisiones más sabias. En el cuento, gracias a los consejos del viejo bagre, el protagonista logra regresar a casa, habiendo cumplido su objetivo y aprendido en el camino. ¿Estamos perdiendo el valor de la experiencia en nuestra sociedad al no escuchar a los adultos mayores? ¿Cuántas oportunidades y aprendizajes dejamos pasar por no prestar atención a quienes ya recorrieron el camino antes que nosotros? Escuchar a los mayores puede ser la diferencia entre tropezar o avanzar con mayor seguridad. Aprender de sus errores y triunfos  no solo honra su historia, sino que fortalece la nuestra.



En conclusión, El Bagrecico no es simplemente una historia sobre un pez, sino una poderosa metáfora sobre el crecimiento personal, la búsqueda de libertad y la importancia de la experiencia adquirida a lo largo del tiempo. En un contexto actual donde los jóvenes enfrentan desafíos sociales, emocionales y ambientales cada vez más complejos, el conocimiento de quienes ya han transitado por caminos difíciles se vuelve fundamental. Ignorar los consejos de las generaciones anteriores puede llevar a cometer los mismos errores, mientras que valorarlos y escucharlos puede ser clave para tomar decisiones más sabias, seguras y humanas. El cuento nos recuerda que la libertad no es solo irse, sino saber a dónde se va y con qué herramientas se cuenta para llegar. Por ello, es urgente fomentar espacios de diálogo intergeneracional donde los jóvenes se nutran del aprendizaje de los mayores, y los mayores se sientan valorados como guías en la sociedad. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro más consciente, empático y con menos tropiezos repetidos. Así como el bagrecito se enfrenta a un mundo incierto, muchos jóvenes se lanzan a la vida con más sueños que certezas. ¿Estamos preparados como sociedad para brindarles herramientas reales que les permitan crecer sin caer? ¿Qué papel juegan las generaciones mayores en este proceso? ¿Y qué tanto escuchamos a los que se van, antes de juzgar sus decisiones? Al final, más que señalar a quienes parten, quizás deberíamos preguntarnos: ¿Qué podríamos hacer para que ningún joven tenga que elegir entre quedarse en un entorno hostil o arriesgarse a sobrevivir solo en el mundo?

 

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